La palabra es herramienta, abre puertas y almas, dibuja el mundo que conocemos, porque si algo se parece a la nada es el silencio. La palabra es principio, precipicio y ¿Podremos decir que es final? esa respuesta todavía no nos la ha concedido. La palabra es trasformación, se reconstruye a sí misma, nos recrea cuando la pronunciamos.
¿Cómo pudimos olvidar sus efectos sabiendo que define todos nuestros afectos? el asunto es que aún con todo lo que logra en nosotros, hemos dejado de ser conscientes de lo que decimos, hablamos por inercia y vemos las palabras como meros enlaces comunicativos con el otro, pero se nos pasa por alto que hablar es exponer el alma, dejar salir lo que somos, y entonces por no creer no creamos, ahí es en donde la palabra pasó a ser desencuentro.
Pero en el fondo, nos parece tan importante decir, que soltamos borbotones de palabras al tiempo sin siquiera preguntarnos ¿Qué significa en realidad cada una de ellas? ¿De cuántos sentidos está hecha? ¿Cuántos sentires provoca? ¿Qué parte de mí se fue irremediablemente con ellas? ¿Cómo será la vida después de haberlas pronunciado?
Y si no sabemos que dicen nuestras palabras ¿Cómo pretendemos conocer las del otro? El asunto en realidad va más allá de creer que lo que decimos son simples fonemas aislados, el asunto es saber que nuestras palabras tienen el poder de crear el mundo a su antojo, y que solo quien conoce las magnitud de sus palabras puede penetrar en sí mismo. Entonces ¿Vamos a seguir siendo simple enunciación o nos atrevernos a ser verbo?
@karlisjar
Magicas son las palabras cuando salen del alma, y su magia radica en traer parte de un ser que penetra en otro, para que sea él, para que él seas tu, para que sean otro nuevo.
ResponderEliminareres brillante!!! #hazmeunhijo
¡Eres! y en eso radica toda la brillantez de la vida.
EliminarSabroso, excelente, magnífico texto, con una cantidad de curvas, desvíos y cruces maravillosa. Tengo que leerlo más veces para disfrute de mi mente.
ResponderEliminarLa palabra tiene una fascinación casi mágica; hay en ella una capacidad asombrosa de creación (tú como poeta la conoces muy bien). Cuando hablamos sin consciencia y como si fregáramos los platos, la despoblamos de su esencia fecundadora, evocadora, mágica. El lenguaje es un misterio. Dibuja el mundo, concreta lo informe, ordena el caos. La palabra abre mundos, pero también los cierra. Si conozco el nombre de una montaña, ésta pierde su impreciso misterio y pasa a ser una asociación de sonidos, incluso de evocaciones no buscadas, y es ya muy difícil salirse de los límites que impone el lenguaje. Es como apresar a Dios en un vaso de agua. Pero el lenguaje es nuestra mente, nuestro instrumento para descifrar el misterio... Y es mágico y hasta sobrehumano, cuando se pone en él la fuerza del corazón. Como dices, deberíamos medir cada palabra, creer en su faceta sagrada y hacernos verbo con ella.
Me ha encantado. ¿Se nota? ;)
Un abrazo y una sonrisa
Un fuerte abrazo
¡Muchísimas gracias! Me hace sentir muy feliz saber que vibras al compás de mis palabras y las acompasas con las tuyas hechas de emociones tan profundas y verdaderas.
ResponderEliminarMe demoré una eternidad para responder, pero es que las múltiples ocupaciones me tenían alejada de este lado de la vida donde el poema es la mejor forma de existir.
Abrazos infinitos